Por
David Beltrán
Opinión
México, en las palabra de la verdad, era el país democrático, donde se presentaba una acentuada desigualdad, muchos pobres y pocos ricos.
Lo que originó la tragedia existencial colectiva y como un momento histórico, una especie de solidaridad emocional se hizo frente a esta y surgió la oportunidad del cambio.
Surgió la lucha por liberar a la nación de la corrupción y anular la opresión de la clase social a cargo de la cupula del poder; la cual no se preocupaba por el bienestar general y adoptaron la libertad sin escrúpulos como su principio fundamental.
Donde los partidos políticos simulaban ser héroes, desorganizados, indisciplinados, con poco sentido social y de cooperación, que pelea por el hueso y que se observan como personalistas y manipuladores, que baila al ritmo de sus intereses personales.
Apoyados por el control de los medios masivos de comunicación y el poder económico de las grandes empresas y empresarios corruptos que se cansaron de la democracia y del derecho.
Parece que esta realidad, se ha implantado tanto, que a reducido la imagen de los partidos político de la oposición, donde se manifiestan las denuncias, como los síntomas de la verdad, quedando como simples mentirosos y manipuladores, que al final, su existencia esta definida por el próximo descubrimiento, de un acto más de corrupción.
Donde dejaron los cimientos de los méritos del trabajo y el prestigio, la pasión que emanaba del cobijo de la esperanza, en compañía de la disciplina, la determinación y la responsabilidad de pensar en las consecuencias del futuro, si no defienden a capa y espada, la justicia social, la verdad, la igualdad, en la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa.
Deben ver y aceptar la realidad, buscar sus errores con responsabilidad, con base en hechos concretos y tener la tenacidad de aceptar que está situación, por la que están pasando, es producto de la participación de cada integrante.
Por el gran disimulo en el que participaron y permitieron que suceda la corrupción y con determinación y cooperación, la búsqueda de una solución de esta realidad.
Con la voluntad de continuar, deben desterrar de sus filas y acabar en su totalidad, a este mal, que los dejo al filo del precipicio.
Por todo lo anterior, resalta un intento de paradoja; como reconocemos el sombrío pasado y oscuro dolor que nos deja, si nos arrojamos al futuro que parece tan sombrío y oscuro como nuestro pasado.
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