Por
David Beltrán
Opinión
Históricamente cuando hablamos de censura y violencia política, lo hacíamos con referencia a aquellos líderes y gobiernos que la utilizaban de manera cotidiana para prohibir toda publicidad, información, noticia o opinión que afectará su imagen o reputación; estás llamadas prohibiciones se aplicaban hasta en películas, libros y expresiones artísticas.
Que al final, significaba la perdida y la vulneración de la libertad de todo ser humano y todo derecho conquistado; que solo intenta desaparecer de manera automática todo lo que pueda provocar o incentivar preguntas y dudas, que lleven a una movilización y búsqueda de una respuesta.
Paradójicamente como un pilar de una sociedad democrática, la regulación o censura está expresamente en la ley, donde se señala las causales de responsabilidad que existen de una expresión emitida y difundida.
Sin embargo, que pasaría si este instrumento es usado para prohibir esa garantía que nos hace humanos y que es pilar de la democracia, me refiero, al pensamiento y la opinión.
Al día de hoy, esto es una realidad en nuestro México, donde a nuestro presidente Lic. Andrés Manuel López Obrador y otras instituciones, se le ha ordenado el evitar divulgar opiniones, información o datos, imágenes o noticias de un particular.
Un particular que sea caracterizado por ser provocador, alborotador, burlesco y altanero.
Con el escudo de su fuero constitucional, ha compartido y presentado información y críticas, que han sido señaladas como mentiras, manipulaciones y difamaciones sobre el presidente y su familia.
Bajo la mirada de los medios de comunicación y sus redes sociales, ha hostigado, perseguido y acosado al presidente y a sus hijos.
No conforme y satisfecha, ha acusado al presidente de “violencia política de género” y sin existir un solo argumento que corroboren o comprueben que a sido afectada en su honor y su reputación, que sea intimidada y perseguida, que se le haya restringido y obstaculizado sus derechos o se le impidan el acceso a la justicia.
Solo se confirmo la manipulación y la mentira que en realidad ha sido ella la promotora, al igual que un discurso de violencia y de odio sobre el presidente y su familia.
Como estrategia política, buscan evitar que el presidente exprese sus ideas y opiniones; que se provoquen preguntas o dudas en la discusión pública que es la sucesión presidencial y sobre todo de los candidatos o aspirantes de la oposición.
Una estrategia que sigue usando la corrupción que prevalece en el INE, en el Tribunal electoral y de los jueces corruptos del poder judicial, usando sus facultades para detener y silenciar a la 4T, donde sus resultados deja sin argumentos o crítica de aquellos que figuran como instrumento mediáticos de la oposición.
sin ser capaces de resistir los embates de la verdad, recurren a las manipulaciones y la desinformación diaria, llena de comentarios racistas, clasistas y elitistas, de una oposición desesperada, moribunda y podrida.
buscando silenciar toda expresión que sea contraria a sus intereses e ideas conservadoras; prueba de ello, solo debemos reflexionar sobre su campaña de quema y destrucción de los libros de texto gratuitos para el nuevo ciclo escolar.
Tratando de crear argumentos legales para limitar el discurso político y la difusión de los ilícitos e irregularidades cometidas por ellos y que han sustentado su éxito personal y empresarial.
Usando a las instituciones como arma, con denuncias, como represalias legales contra todo aquel que ataque la imagen o la reputación de sus líderes y candidatos.
Buscando sanciones que ahoguen la crítica e inhiben a todo el que persista, con amenaza, con intimidación sustentada por la corrupción y la manipulación de la verdad y de la realidad, donde buscan que prevalezca los mensajes del llamado cuarto poder en la opinión publica.
Que es el corazón del poder conservador que yace del control extranjero, como dueños de la prensa y de los medios tradicionales, esperan contener al gobierno (mañaneras) y así asfixiar la crítica y el flujo de información que está fuera de su control.
Un momento históricamente importante, que nos remonta a la época donde silenciar a alguien, significaría arrebatarle su vida, porque mientras la verdad puede ser escuchada, jamás dejarán de decirla.
www.laencrucijada.com.mx
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